La primera pasionista

María Crucificada fue cofundadora de las Monjas Pasionistas junto con san Pablo de la Cruz.
Su nombre natal era Faustina Gertrudis Constantini; desde pequeña le gustaba contemplar el crucifijo y se conmovía tanto que lloraba y reparaba por las penas que Jesús había sufrido.

María Crucificada tuvo una vida interior profunda, un gran espíritu de penitencia y fue guiada en la meditación de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo por san Pablo de la Cruz. Su espíritu de penitencia fue consecuencia de su vocación victimal a petición de Dios, y de su gran deseo de unirse a la Pasión de Jesús para la salvación de las almas.

Su entrega al Señor se caracterizó por tener una fe luminosa, una gran caridad y una esperanza sin límites. Fue llamada a predicar no con palabras, sino, con el ejemplo de todas las virtudes.

Tuvo grandes enfermedades que llevó sin quejarse, sonriendo y agradeciendo a Dios por permitirle padecerlas por El. Murió un viernes como el Redentor tras sufrir dolores martiriales como su Amado Jesús Crucificado; siendo así que vivió 38 años de benedictina y 16 de pasionista.